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Konrad o el niño que salió de una lata de conservas

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Portada de «Konrad o el niño que salió de una lata de conservas» de Christine Nöstlinger, editado por Loqueleo Santillana

La Señora Berti Bartolotti vivía sola. Tejía alfombras de vivos colores para ganarse la vida. Su marido hacía tiempo que se había ido a vivir a otra parte.

La Señora Bartolotti se llamaba a si misma «criatura», que era como la llamaba su madre de pequeña para ordenarle que hiciera cualquier cosa, y una vez ya fue mayor, como la llamaba su marido cuando le pedía que le preparase la comida. Como ahora ya no tenía con ella ni a su madre ni a su marido, la Señora Bartolotti se había acostumbrando a seguir diciéndose «criatura» a sí misma: «criatura: ahora vas a lavarte y a vestirte como es debido y a ponerte a trabajar, ¡pero rápido!». 

Tenía la manía de comprar por catálogo cualquier cosa, la necesitara o no. Si encontraba un cupón de pedido no podía resistirse y lo enviaba. Por eso una mañana cuando el cartero le trajo un gran paquete no se extrañó. Lo miró con curiosidad porque pesaba mucho y ella no recordaba haber pedido algo que pesara tanto. Su asombro fue mucho mayor cuando por fin abrió el paquete y encontró una lata de conservas de la que salió un niño pequeño, de unos 7 años. Junto al niño y la lata, una carta le informaba de que aquello era su pedido de un hijo en conserva y que esperaba que reuniera todo lo necesario y le aseguraban que el niño cumplía con todas las condiciones de un buen hijo como se anunciaba en la publicidad. Aquel niño se llamaba Konrad y era, simplemente, el hijo perfecto. 

Mi opinión

Este pasado mes de Julio nos ha dejado la famosa autora austriaca Christine Nöstlinger a los 82 años de edad. Una enorme pérdida para las letras juveniles y que nos ha dejado joyas como este Konrad. Vaya pues como homenaje a su obra esta primera reseña de curso de nuestros Cuentos para Matilda.

Son más de un centenar de obras las publicadas por esta extraordinaria autora, que le llevo a ganar en 1984 el nobel de la literatura juvenil, el Premio Andersen por el conjunto de su obra. Konrad se publicó en 1977 y es una de sus más reconocidas obras a nivel mundial.

Una obra cargada de crítica social, de personajes peculiares y situaciones que no son habituales en la literatura juvenil, pero no por ello son menos necesarias. Humor y ternura, crítica social sin tapujos, lenguaje claro y humanidad por los cuatro costados: así es «Konrad o el niño que salió de una lata de conservas»

Konrad ha sido creado para ser el niño perfecto: educado, buen estudiante, obediente, ordenado, sincero, respetuoso de sus mayores, buen amigo, buen compañero de clase, buen alumno…Sabe que tiene que querer a sus padres y por eso Konrad quiere a la Señora Bartolotti desde el primer momento que la ve.

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Ella, una vez que ha sido capaz de salir de su asombro, no sabe bien aún de que manera demostrarle su cariño y hace lo que puede. Comienza así un aprendizaje mutuo, tanto de ella para ser la madre que se espera, como de Konrad para adaptarse a un mundo en el que no se espera que sea un niño tan perfecto.

Empiezan así a ocurrir un montón de situaciones cargadas de humor por las peculiaridades y el contraste de estos dos personajes. Una mujer tan poco convencional, tanto en las formas como en la apariencia, como es la Señora Bartolotti, y ese niño perfecto que es Konrad, educado y creado para agradar a su madre, a la que ya quiere profundamente.

El resto de los personajes que rodean a la historia ayudan a que esos contrastes sean más evidentes y nos hagan reflexionar aún más sobre el mundo en el que vivimos. Un mundo este de 1977 cuando se escribió la obra, pero que no dista en nada al que seguimos teniendo ahora mismo.

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El Señor Egon, farmacéutico y novio de la Señora Bartolotti, se siente tan cautivado por la personalidad y forma de ser de Konrad, sus buenos modales y su capacidad de aprendizaje, su perfección, que se nombra padre adoptivo de la criatura sin consultar para ello ni siquiera a la madre. Se transforma y se cree con autoridad suficiente como para criticar las formas de la Señora Bartolotti, actitud esta que hasta la fecha nunca había tenido. 

Los vecinos, que ayudan pero cotillean cuanto pueden, y Kitti, la hija de los vecinos, que se convierte en la mejor amiga de Konrad e incluso, su primer amor infantil, son el resto de personajes esenciales en la historia. Con ellos Nöstlinger construye el mundo al que se tiene que adaptar Konrad y que resume a la perfección el mundo en el que vivimos. La escuela, el vecindario, los amigos, la familia, las convenciones sociales, lo que se espera de cada miembro de la estructura social, de la mujer, de la madre, del padre y de los hijos, de los amigos y de los profesores.

Un mundo de convencionalismos que hacen que cuando alguno de esos actores es manifiestamente distinto cause recelos, miedos, antipatías e inseguridades en todo el que le rodea, cada uno por sus razones.

En el caso de Konrad, su madre cree que su hijo no será aceptado entre sus compañeros y eso le preocupa enormemente. Su padre el Señor Egon, sin embargo, esta feliz porque su hijo sobresale de la media en cuanto a conocimientos y será el mejor del colegio. Kitti, su amiga, esta feliz porque Konrad es un gran amigo, mejor que cualquiera de los que tiene, pero tiene que defenderle delante del resto de los niños de la pandilla y será ella quien enseñe a Konrad a decir palabras feas y a llevar la contraria a los adultos. Los compañeros de clase no pueden entender que Konrad se chive ante la profesora de cosas que han hecho, aunque sean cosas que no deberían hacer.

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Todos, sin embargo, coinciden en algo fundamental: ya ninguno sabría vivir sin la presencia de Konrad en sus vidas, tal y como es.

Y es que a Konrad se le coge cariño desde el primer momento, con su inocencia y absoluta ausencia de maldad, con sus modales perfectos y su amor incondicional, con su ternura de libro y su apariencia de niño adorable. Un niño creado para ser querido en el ambiente aséptico de una fábrica en el que se hacían cientos de niños y niñas como él. El contraste de nuevo, la crítica social de nuevo. Crear niños perfectos como salidos de fábricas sin ninguna imperfección, sin errores, sin raspones en las rodillas, sin mejillas y manos manchadas de haber jugado en el parque, sin ropa sucia o con algún siete. Niños que no son respondones ni tienen opiniones ni ideas propias.

Total, una obra que deberían leer primero y sobre todo padres, profesores y mediadores y después dársela a los niños y disfrutarla todos juntos, asimilarla todos y dejar que surjan conversaciones sobre ella. Porque estos son libros sobre los que se puede hablar largo y tendido entre adultos y entre niños.

No podía ni quería dejar pasar la oportunidad de hablar de esta maravillosa autora que ya descansa después de una vida dedicada a la literatura infantil y juvenil. No había mejor manera de comenzar de nuevo la andadura que espero siga siendo tan enriquecedora y alentadora como los últimos cinco años. Espero que sigáis acompañando mi caminar literario con tanta fe y fidelidad como hasta ahora. Feliz regreso.

Datos bibliográficos

Título«Konrad o el niño que salió de una lata de conservas»

Autora: Christine Nöstlinger

Ilustración: Frantz Wittkamp (para la edición de Alfaguara. Estas son las que aparecen en la reseña de este blog), Mar Villa (para la edición de Loqueleo de 2016)

Edición: Santillana Loqueleo, Madrid, 2016. 2016 pags.

Edad: + 10 años

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